Es cierto que no podemos asegurar con el 100% de veracidad que las muertes de muchísimas personas relacionadas en algún momento de sus vidas al tema OVNI y de nuevas tecnologías extraterrestres se deban justamente a un interés de mantener en secreto muchos de estos hechos, principalmente guardados bajo siete llaves por muchas de las actuales potencias militares en el mundo. Pero aunque no tengamos la certeza completa, existen hechos y evidencias que me hacen pensar que muchas muertes y suicidios ocurridos habrían sido más bien causados por manos de un gobierno poderoso.
La muerte de 23 científicos
Quiero empezar con una investigación realizada por el reconocido escritor e investigador OVNI Sidney Sheldon, autor del bestseller ‘La conspiración del Juicio Final’, donde denuncia que la Agencia Nacional de Seguridad norteamericana oculta más de cien documentos relacionados con ovnis y la CIA alrededor de cincuenta y seis, y despliega una triste lista de veintitrés científicos ingleses que en pocos años murieron en circunstancias más que anormales. Sheldon explica que todos los científicos habían trabajado en proyectos tipo Guerra de las Galaxias y en áreas secretas de la guerra electrónica, que incluye la investigación de ovnis.
Se sabe que de los 23 científicos fallecidos, uno falleció de muerte natural, dos desaparecieron, cuatro sufrieron accidentes fatales y dieciseis de ellos (¡el setenta por ciento!) se suicidaron. Al igual que Sheldon, opino que la concurrencia de estos hechos fatídicos es demasiada coincidencia.
Luego de realizar diversas investigaciones y entrevistar a varios astronautas Sheldon encuentra una clara evidencia que logra esclarecer de manera más acorde los intereses que tenía el Gobierno de los EEUU en ocultar la tecnología secreta y su relación con los OVNIS.
La Evidencia
La evidencia que Sheldon logra encontrar es una carta escrita por el astronauta Gordon Cooper a sus jefes, insistiendo en que estudiaran el fenómeno ovni, del que él mismo era un serio testigo. Este es el contenido de dicha carta:
LA CARTA DEL ASTRONAUTA
Gordon Cooper.“Estimado embajador: deseo comunicarle mi punto de vista sobre los visitantes extraterrestres, popularmente denominados ‘ovnis’. Creo que esos vehículos y tripulaciones visitan nuestro planeta desde otros mundos de tecnología más avanzada que la nuestra. Es necesario que tengamos un programa coordinado de primer nivel para recopilar y analizar científicamente datos de toda la Tierra sobre cualquier tipo de encuentro y determinemos cuál es el mejor método para comunicarnos con estos visitantes.
Posiblemente debamos demostrarles primero que hemos aprendido a resolver nuestros problemas por medios pacíficos antes de ser aceptados como miembros calificados del equipo universal. Esta aceptación implicaría tremendas posibilidades para el avance mundial en todas las áreas. No soy investigador de ovnis y aún no he tenido el privilegio de volar uno, pero estoy calificado para hablar sobre ellos, ya que he llegado a la periferia de las vastedades por las que viajan.
Ya en 1951 tuve la oportunidad de observar durante dos días muchos vuelos de esos objetos, de diferentes tamaños, en formación de cazas, del este hacia el oeste de Europa. Y se hallaban a mayor altitud que la que podían alcanzar nuestros aviones en aquella época.
Sé que algunos astronautas se muestran reacios a discutir el tema a causa del gran número de personas que han vendido historias inventadas o que han abusado de sus nombres falsificando documentos, pero igualmente muchos de nosotros creemos en los ovnis porque hemos tenido la oportunidad de verlos en tierra o en vuelo.
Si la ONU está de acuerdo en seguir este proyecto y brindarle credibilidad con su apoyo, quizá sean muchas más las personas bien calificadas que den un paso adelante y contribuyan con ayuda e información.
L. Gordon Cooper, coronel de la Fuerza Aérea y astronauta.
En base a todas sus investigaciones Sheldon elaboró una lista de las personas extrañamente fallecidas y estrechamente relacionadas al tema OVNI:
La Lista de Sheldon
Keith Bowden. Muerto en accidente automovilístico, en 1982.
Jack Wolfenden. Analista de sistemas. Su planeador se estrelló contra una colina, en 1982.
Ernest Brockway. 43 años. Ahorcado en noviembre de 1982. Su esposa jura que lo vigilaban día y noche.
Stephen Drinkwater. 25 años. Manejaba documentación clasificada. Asfixiado con una bolsa de plástico en la cabeza, en 1983.
Anthony Godley. Teniente coronel. Desaparecido y declarado muerto en abril de 1983.
George Franks. 58 años. Seguridad nacional. Ahorcado en abril de 1984. La Tatcher despidió sus restos.
Stephen Oke. 35 años. Ahorcado en 1985. Tenía una mano fuertemente atada.
Jonathan Wash. 20 años. Elaboraba la defensa británica. Caído de un edificio en noviembre de 1985. Su padre jura que lo mataron.
John Brittan. 52 años. Famoso científico de armamentos. Muerto por asfixia con monóxido de carbono, en 1986.
Arshad Sharif. 26 años. Se puso una soga al cuello, la ató a un árbol, subió a su auto y aceleró, en el balneario de Bristol, en 1986. Estaba por casarse.
Vimal Dajibhai. 24 años. Saltó de un puente en Bristol, en octubre de 1986. Acababa de aceptar un nuevo empleo en una multimillonaria consultora londinense.
Avtar Singh-Guida. Desaparecido y declarado muerto en enero de 1987.
Peter Peapell. 46 años. Fue al garage a ver quién había encendido su auto y luego apareció muerto por asfixia con monóxido de carbono, en febrero de 1987.
David Sands. Estrelló su auto a toda velocidad contra un bar, en marzo de 1987.
Mark Wisner. Rol Top Secret en defensa, muy bien pago. Ahorcado en abril de 1987. Tenía varios metros de cinta plástica en el cuello y la boca.
Stuart Gooding. 23 años. Enlace militar. Su auto embistió un camión de frente en un camino de montaña, en abril de 1987.
David Greenhalgh. Caído de un puente en abril de 1987.
Shani Warren. Suicidio por inmersión en abril de 1987.
Michael Baker. 22 años. Genio de la defensa aérea. Jamás bebía. En mayo de 1987, su BMW chocó contra una valla de hierro. Los peritos ignoran por qué.
Trevor Knight. Contratos misilísticos secretos. Suicidio en mayo de 1987, tras telefonear a su madre para comer juntos.
Alistair Berckham. Electrocutado en agosto de 1988, mientras sus hijas dormían. Su esposa jura que vio huir a un extraño.
Peter Ferry. Brigadier. Insólito suicidio por electrocución, en agosto de 1988. Se habría atado una muela a un polo eléctrico y otra a otro, conectando luego la energía.
Victor Moore. Suicidio, fecha desconocida.
Como pueden ver, el número de fallecidos y el detalle de sus muertes es realmente escalofriante y me hace pensar ¿en dónde está la justicia en estos casos?
Pero estos no son los únicos casos de muertes sospechas acontecidas en torno al fenómeno OVNI.
El Caso de Phil Schneider
Phil Schneider era un ingeniero técnico e ingeniero geólogo que trabajó para el gobierno de los EE.UU durante varios años. La función de Shneider era la de construir edificaciones secretas subterráneas, bases militares y científico-militares en las que se operaba con la más alta tecnología, según Schneider, los sistemas tecnológicos con los que se trabajaba en dichas bases estaban entre 45 y 1200 años sobre la tecnología convencional contemporánea. Durante una de sus labores ocurrió un un altercado entre seres extraterrestre grises y humanos, debido al incumplimiento de un tratado por parte de los supuestos extraterrestres. Schneider narra como los extraterrestres acabaron con las vidas de muchos soldados, salvándose él de milagro, pero quedando expuesto a una explosión de cobalto que le produjo el cáncer con el cual vivió muchos años. El 17 de Enero de 1996, poco después de dar su primera conferencia denunciando los hechos, Phil Schneider aparece asesinado por estrangulamiento en su apartamento, su cuerpo yacía estrangulado con un catéter en el cuello.
Hace ya varias décadas en el conocido Caso Colares en Brasil el comandante Uyrange Hollanda Lima estuvo a cargo de la Operación Platillo, investigación realizada por el Gobierno de Brasil para dar respuesta a estos extraños hechos. Como casi siempre sucede el Caso Colares quedó sumergido en un red de dudas e incoherencias que el Gobierno brasileño se encargó de tramar. Unos años después el comandante Hollanda dio su versión de los hechos a una conocida revista ufológica, donde narró toda la conspiración suscitada durante este caso. Tiempo después Hollanda fue encontrado muerto, también colgado como los casos anteriores, y recibió múltiples desprestigios acusándolo de tener diversos problemas mentales.
Y ¿por qué muchos astronautas se niegan a contar su verdad, y se la reservan hasta su lecho de muerte? ¿Por qué mucha gente común y corriente reporta haber sido perseguidos y hasta injuriados debido a sus investigaciones amateur sobre OVNIS?
Si algo claro y conciso se puede rescatar de toda esta serie de hechos fatídicos, es un evidente intento de callar y amordazar a los «portadores» de la verdad; científicos, analistas de sistemas, astronautas, técnicos; todos muertos quizás por una soga o un accidente que fue originado y tramado fríamente por un gobierno interesado en seguir ocultando aquellos secretos que hasta el día de hoy desconocemos.