En la historia han habido muchos intentos de contactos extraterrestres, y aunque hoy en día se afirme que nunca se obtuvo una respuesta, los Crop Circles parecen evidenciar lo contrario. Quizás sea oportunidad de escuchar los consejos de Stephen Hawking y evitar posibles nuevos contactos, aunque ya parece que es un poco tarde para eso.
Uno de esos intentos se produjo con el envío de «mensajes» para posibles extraterrestres en las sondas Pioneer.
Las sondas estadounidenses Pioneer 10 y 11 fueron lanzadas el 3 de marzo de 1972, y 1973 respectivamente, pasaron a salvo por el inexplorado cinturón de asteroides situado en el exterior de la órbita de Marte, y continuaron hacia Júpiter, a donde llegaron en diciembre de 1973 y de 1974. Las dos sondas, con un peso de 258 kg, pasaron a una distancia de 130,4 y 46,7 km del planeta, continuando el Pioneer 10 su viaje hacia el exterior del Sistema Solar por lo que se convirtió en el primer artefacto lanzado al espacio interestelar. Se espera que llegue a la próxima estrella dentro de unos 80.000 años. En septiembre de 1979, la sonda Pioneer 11 llegó a Saturno. Las Pioneer han sido dirigidas para la NASA por el Centro de Investigación Ames, en Mountain View (California), y fueron construidas por el Grupo de Espacio & Tecnología TRW, en Redondo Beach (California).
Mensaje en las naves
Cuando las señales de las dos Pioneer no pudieran ser recibidas desde la Tierra, tendrían otra misión en el espacio interestelar. Esta misión final fue concebida cuando, estando el Pioneer 10 en vacío absoluto, brillaba bajo la intensa luz de un Sol artificial en el simulador espacial de Sistemas TRW, California. La prueba final fue llevada a cabo antes de que la nave fuera transportada al Centro Espacial Kennedy. Un grupo de corresponsales de prensa científica, visitaron las instalaciones para ver al Pioneer bajo prueba.
Mirando al Pioneer a través de las cristaleras del simulador, uno de los corresponsales, Eric Burgess, visualizó al Pioneer 10 como el primer emisario mas allá de nuestro sistema solar. Esta nave podría llevar un mensaje especial a cualquiera que la encontrase, sobre su origen y sobre los que la diseñaron. Burgess mencionó su pensamiento a Richard Hoagland, un escritor independiente, y a Don Bane, que trabajaba para Los Angeles Herald-Examiner, y se entusiasmaron con la idea. El resultado fue que Burgess y Hoagland hablaron con Carl Sagan, Director entonces del Laboratorio de Estudios Planetarios en la Universidad de Cornell, que había estado involucrado junto con Frank Drake, Director del Centro Nacional de Astronomía e Ionosfera en la Universidad de Cornell, en una conferencia orientada a los problemas de comunicación con posibles inteligencias extraterrestres. El Dr. Sagan se entusiasmó tanto con la posibilidad de enviar un mensaje al espacio exterior en la nave Pioneer, que él y el Dr. Drake diseñaron una placa con la ayuda, en dibujo, de Linda Salzman Sagan. El diseño fue presentado en la Administración Nacional de Aeronautica y el Espacio, y aceptado para ser añadido al primer vehículo humano en abandonar nuestro sistema solar: el Pioneer 10.
La Placa
El diseño fue grabado en una placa de aluminio cubierto de oro anodizado, de 15,25 por 22,8 centímetros y de 1,27 milímetros de grosor. Fue acoplada a la estructura que sujetaba la antena de la nave, en una posición donde estaría protegida de la erosión del polvo interestelar.
Los dibujos en la placa representan lo siguiente:
El esquema situado en la parte superior izquierda de la placa, representa una inversión en la dirección del electrón de spin en un átomo de hidrógeno (el elemento más abundante en el universo). Esta transición provoca una onda de radio de 21 centímetros con la que indicamos una longitud base. · Las figuras del Hombre y de la Mujer superpuestas a la figura de la nave, intentan representar el tamaño relativo aproximado de las criaturas que enviaron la sonda Pioneer. Las marcas a la derecha de la figura femenina que delimitan su altura junto con el número 8 en binario y en vertical (8 decimal = 1000 binario), tratan de representar que la Mujer tiene 8 unidades de altura. Tomando así, como unidad, la longitud base antes definida (21 cm.), estamos señalando que la Mujer tiene una altura media de 168 centímetros (8 x 21 = 168 cm.). Además se representa al Hombre con el brazo levantado en señal de buenas intenciones. Ambas representaciones humanas se basaron en un análisis por computadora del promedio físico en nuestra civilización.
Se consideró que ambos humanos no debían estar tomados de la mano, para que una eventual especie físicamente muy distinta de la nuestra que encontrara el mensaje, no fuera a confundir a los dos humanos con uno solo. También hubo polémica por el hecho de que en el mensaje el brazo del hombre está levantado, lo cual, pretendiendo ser la representación de un saludo de paz, puede dar lugar a otras interpretaciones por parte de seres del cosmos. El escritor científico Ian Ridpath, comprobó que, en una jaula, monos rhesus, estrechamente relacionados al hombre, atacaron a un individuo cuando levantó el brazo.
En la zona central de la placa, y atravesándola de izquierda a derecha, se encuentra la representación de la posición del Sol con respecto al centro de nuestra galaxia (la barra horizontal) y a 14 pulsares (las barras radiales). Con cada Pulsar se represento su período de radioemisión en binario y, como se sabe que éste disminuye muy lentamente, cualquier científico de otro mundo podrá ser capaz de deducir el momento en el Tiempo en que fue lanzado. Así, se consiguió localizar aproximadamente nuestra posición en el Tiempo y en el Espacio. · En la parte inferior de la placa se encuentra la representación de la posición de la Tierra con respecto a nuestro sistema solar. A la izquierda se encuentra el Sol y a continuación los nueve planetas junto con la distancia al astro Rey expresada en binario. Para señalar a la Tierra se dibujó la trayectoria del Pioneer saliendo del tercer planeta del sistema solar, nuestro hogar.
Voyager I y II, 1977
El principal objetivo de la Misión Interestelar Voyager (VIM – Voyager Interstellar Mission) fue ampliar la exploración más allá del sistema solar, fuera de la influencia del Sol y posiblemente más lejos. Se pretende conocer su entorno así como la búsqueda de la Heliopausa, zona fuera del alcance de los vientos solares y del campo magnético del Sol. Esto permitirá hacer mediciones de los campos interestelares, sus partículas y sus ondas. Estas sondas, lanzadas en 1977, lograron con éxito alcanzar Júpiter en marzo y julio de 1979, y realizaron numerosas mediciones y fotografías. En noviembre de 1980 y en agosto de 1981 sobrevolaron Saturno. Después de su paso por Saturno, el Voyager 2 se dirigió a Urano. En enero de 1986 pasó a 80.000 km de distancia de este planeta cubierto de nubes, y descubrió cuatro nuevos anillos, además de diez nuevas lunas. La sonda se acercó aún más a una de las lunas, Miranda, y obtuvo imágenes asombrosas de este helado cuerpo celeste. El Voyager 2 continuó luego su viaje a Neptuno, aproximándose a 5.000 km del planeta en agosto de 1989, y descubrió seis nuevas lunas antes de dejar el Sistema Solar. Las sondas espaciales Voyager son el tercer y cuarto artefactos humanos en escapar completamente del sistema solar (las precedieron los Pioneer 10 y 11, que llevaban una pequeña placa de metal con información). Con este precedente, la NASA encargó a Carl Sagan (otra vez) el desarrollo del más ambicioso mensaje a bordo de las naves interestelares Voyager 1 y 2, para tratar de comunicar un poco de la historia de nuestro mundo.
El mensaje
Sagan y sus asociados, seleccionaron 116 imágenes mostrando aspectos de la vida en el siglo XX, fotos de un feto humano, una madre y un bebé, una familia, personas de distintas razas y una amplia gama de especies animales y vegetales. La tecnología del hombre fue representada mediante edificios y un lanzacohetes. También una variedad de sonidos de nuestro mundo, naturales como olas, viento, ranas, pájaros, ballenas y otros animales, y producidos por el hombre, como el ruido del motor de un tractor, el despegue de un Saturno 5, una selección musical (95 minutos de grabación) de diferentes eras y culturas, y saludos en 55 idiomas humanos que van desde el Akkadian, que fue hablado hace 6.000 años, hasta el Wu, que es un dialecto moderno Chino. También incluyeron un mensaje del Presidente de los EE.UU (Carter, en aquel momento) y otro del Secretario General de las Naciones Unidas. Por último insertaron una hora de la grabación de los impulsos eléctricos de los pensamientos, el movimiento de los ojos y otros músculos, y los latidos del corazón de un ser humano, en el mes de Junio de 1977, con la intención de que supiesen como nos sentíamos. Difícilmente lleguen a entender esta parte, ya que su sonido es parecido al de un Pulsar, pero creyeron importante el intentarlo.
El disco
Toda esta información fue grabada electrónicamente en un disco fonográfico de cobre de 30 centímetros enchapado en oro y serigrafiado bajo el título «Sonidos de la Tierra». Las imágenes fueron insertadas en modo analógico y el resto en forma de audio diseñado para ser escuchado a 16-2/3 revoluciones por minuto, durante dos horas. Este disco fue encapsulado en una funda de aluminio junto con todo lo necesario para su reproducción y unas instrucciones en lenguaje simbólico explicando el origen de la nave y cómo puede ser reproducido el disco. El inventor de Sonidos de la Tierra, el doctor Carl Sagan, lo definió como «una botella arrojada al océano cósmico».
Fuente: [Diario El Tiempo – Colombia]