La eterna polémica con respecto a los extraterrestres y su intención para con nosotros toma un nuevo rumbo. Ante los miles de testimonios de abducidas y violentadas víctimas y las digamos «mentiras» que nos vende Hollywood dándoles una reputación no tan grata a los extraterrestres, también existe la posibilidad de que los extraterrestres o para ser exactos una raza de ellos tenga buenas intenciones o quizás vele por nosotros o, como muchos se cree, sean nuestros padres y creadores, y estén velando por su «rebaño».
¿Recuerdas el personaje que Jodie Foster interpretaba en la película basada en el libro de Carl Sagan, Contacto? Este personaje no fue totalmente inventado: está basado en la astrónoma Jill Tarter.
Tarter, de 68 años, ha dedicado más de tres décadas a buscar vida inteligente fuera de la Tierra en el Instituto SETI, una organización sin fines de lucro que se dedica a la ciencia y a la educación sobre el tema de vida en el universo.
Esta semana, Tarter anunció su retiro como directora de Investigación del SETI. Ahora se enfocará en la recaudación de fondos, según dijo en una reciente entrevista con CNN.
Desde los 8 años, aproximadamente, Tarter pensaba que quería ser ingeniero. Cuando se graduó de Ingeniería en la Universidad de Cornell, era la única mujer en una generación de 300 estudiantes. También pensaba que el programa de estudios de esa universidad necesitaba una seria revisión.
“Si los ingenieros eran tan aburridos (…) tenía que encontrar otros problemas más interesantes de los cuales ocuparme”, dijo.
Se topó con el tema de la formación de estrellas, y después se interesó en el SETI una vez que leyó un reporte de 1971 de la NASA llamado Proyecto Cíclope. Trataba sobre cómo los radiotelescopios podrían utilizarse para encontrar vida en otros planetas.
“Me di cuenta de estaba viviendo en la primera generación de personas que podía intentar experimentar sobre esta vieja pregunta, y podríamos dejar de preguntarle a los sacerdotes y a los filósofos en qué deberíamos creer y realmente ir a buscar esa respuesta”, dijo.
La novela de Carl Sagan, Contacto, es un reflejo preciso de cómo funciona el SETI, incluyendo los problemas de patrocinio y credibilidad que ha tenido, cuenta Tarter. Pero en esa historia, el personaje principal encuentra una señal proveniente del espacio exterior, cosa que no ha sucedido (aún) en la vida real.
Tarter recuerda haber leído la primera escena donde se describe cómo un personaje va manejando un Thunderbird convertible rojo rumbo a un observatorio y atropella a un conejo, y pensó: “Espera, espera. ¡Esto es demasiado real! ¡Yo he hecho eso!”.
Ser científica no ha sido tan fácil, y cuando Tarter empezaba, los hombres no siempre las tomaban a ella y a sus colegas en serio. Alguna vez formó parte de un congreso de mujeres de Ingeniería y Ciencia, en la que discutieron sobre lo que les había ayudado a tener éxito en un área dominada por los hombres. Se dieron cuenta de que muchas de ellas tenían en común que sus padres habían fallecido cuando eran pequeñas. El padre de Tarter falleció cuando ella tenía 12 años.
“Eran el centro de nuestro universo. Eran quienes nos impulsaban y los perdimos. Y durante ese triste proceso aprendimos una difícil lección que la mayoría de las personas, particularmente las mujeres, no aprenden hasta más tarde en la vida, y es esa idea del carpe diem y aprovechar las oportunidades”.
Muchas habían sido porristas. Tienden a ser competitivas, pero no había ramas deportivas femeniles en las cuales pudieran competir. Tarter fue bastonera en su escuela preparatoria.
Hoy en día las cosas se ven mejor para las mujeres en el campo de Tarter, en comparación con aquellos días, y no solamente porque ahora las mujeres pueden competir en atletismo. Hay un esfuerzo consciente en las universidades por reclutar y conservar un profesorado femenino. Cada miembro de la facultad, especialmente las mujeres, necesitan tener un mentor, dijo.
“Las cosas van mejor, pero las mujeres aún hacen la mayor parte de las labores de la familia y el cuidado de los hijos”, dijo. “Mis colegas astrónomos más jóvenes, hombres y mujeres, esperan compartir esa carga, pero aún no se comparte de forma equitativa, al 50 y 50 [por ciento]”.
Su esposo, Jack, también es radioastrónomo. A los 9 años, su hija anunció que quería ser dependiente de una tienda, ya que el trabajo terminaba a las 5 de la tarde “y puedes tener otra vida en casa”. Ahora está en su década de los 40 y trabaja en una organización de medicina en ambientes austeros.
Fuente: [CNN]