Benedicto XVI fue elegido como cabeza de la Iglesia Católica en 2005. El Sumo Pontífice renuncia a los 85 años de edad, en una decisión que tiene varios y alejados precedentes. Existen profecías que relacionan estrechamente con el sorprendente hecho ocurrido el día de hoy: la renuncia del Papa.
Profecías:
Ni Garabandal ni Nostradamus. Todas las grandes profecías sobre los papas se han ido desmintiendo… excepto la de San Malaquías. Según ésta, Benedicto XVI es el penúltimo Papa.
Así, y puesto que Nostradamus aventuró que Benedicto XVI moriría asesinado siendo Papa, de momento, la única profecía que podría cumplirse a estas alturas sería la de San Malaquías. De acuerdo con la Profecía de los Papas de este arzobispo irlandés católico del siglo XII, habría 111 papas antes de la llegada de Pedro II el Romano y del fin del mundo.
Y según esto, Benedicto XVI es el papa número 111. Según esta profecía, durante el gobierno de Pedro el Romano será la persecución final de la Iglesia Católica, y después la ciudad de Roma será destruida y se acabará con la Iglesia. Lo cierto es que las profecías de san Malaquías se publicaron en el siglo XVI, lo que en los últimos años ha hecho dudar de que la autoría de las mismas fuera el propio San Malaquías.
Según estos libros, el Papa 111 sería el Gloria Olivae (de la gloria del olivo). La orden benedictina recibe el apelativo de olivetana, de ahí que se haya identificado a Benedicto (que tomó el nombre de San Benito) como el Papa 111.
Pero las profecías de Malaquías no sólo hablaban de los papas, también de los antipapas, esto es, los que usurpan el poder pontifical. Muchos antipapas se han hecho de manera fraudulenta con su puesto en períodos de sede vacante, esto es, en el período entre el fallecimiento (o renuncia) de un papa y la elección del siguiente.
Pedro el Romano sería pues, según las profecías de San Malaquías, el último Papa, que adoptaría el nombre del primer Papa de la Iglesia, San Pedro. Su lema sería: «Durante la persecución final de la Santa Iglesia de Roma reinará Pedro el Romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones, tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo».
Algunas interpretaciones de las profecías de Malaquías hablan de que Pedro II el Romano trasladaría la sede de la Iglesia Católica de Roma a Jerusalén. Y otras, ya rizando el rizo, aseguran que el papel de Pedro II lo podría asumir el cardenal Tarsicio Bertone, que se llama Pietro de segundo nombre de pila. Bertone es secretario de Estado del Vaticano y desde 2007 ha asumido el papel de Camarlengo. Durante el período de Sede Vacante, el cardenal Bertone será Jefe del Estado Vaticano.
Ratzinger vivirá retirado en el monasterio de clausura de las monjas vaticanas.
Tras anunciar su renuncia, y una vez se haga efectiva el próximo 28 de febrero, Benedicto XVI pasará unos días en Castelgandolfo, y después se retirará en el Monasterio de clausura Mater Ecclesiae, dentro de la Ciudad del Vaticano.
El Monasterio Mater Ecclesiae abrió sus puertas el 13 de mayo de 1994 para responder al deseo de Juan Pablo II de crear una comunidad monástica de religiosas contemplativas dentro de los muros vaticanos, que acompañaran con su oración la actividad del Santo Padre y de sus colaboradores de la Curia Romana.
El convento es ocupado cada cinco años por una comunidad de religiosas diferente. Han pasado por allí monjas carmelitas, benedictinas, clarisas, salesas…
El monasterio, de estilo simple pero moderno, ha sido construido sobre la antigua residencia de los jardineros; tanto la arquitectura como su localización, sobre una elevación de la colina vaticana, rememora la soledad y lo sacral de los antiguos eremitorios, o residencias de ermitaños.
El edificio está dispuesto en cuatro niveles; en los pisos segundo y tercero hay 12 celdas para las monjas y la biblioteca, mientras que en la planta baja y sótano, se encuentran la Capilla y el Coro (reservado para uso exclusivo de las monjas de clausura), la portería y el locutorio para los visitantes. Un alto seto y una gran verja con puerta de acceso delimitan el espacio exterior del monasterio, al que se llega por una rampa hasta un pequeño porche cubierto que comunica con la Capilla y la portería. La única decoración existente se encuentra en la Capilla; en su interior, vidrieras artísticas y motivos sagrados inspiran a la contemplación. Preside el altar un precioso crucifijo, obra del escultor Francesco Messina, que irradia un gran misticismo. La vidriera del presbiterio recuerda el encuentro del Señor con los discípulos de Emaús, y en los laterales, se pueden distinguir símbolos de algunas órdenes religiosas de clausura.
En la construcción han sido utilizados materiales modernos, revestimiento de teja y ladrillo en los muros y cornisas de piedra, dando al edificio una imagen de severa simplicidad en su conjunto. ¿Por qué renuncia el Papa Benedicto XVI y Juan Pablo II aguantó hasta el final? La renuncia del Papa Benedicto XVI no implica otra cosa más que habrá un nuevo Pontífice en la Iglesia Católica, probablemente a mediados de marzo. El Papa, que no sufre ninguna enfermedad en curso y tan sólo muestra los achaques propios de su edad (el próximo mes de abril cumplirá 86 años).
Un Papa puede renunciar sin más problemas porque, tal y como afirma el profesor Alberto de la Hera, catedrático de Historia de la Iglesia de la UCM, «nadie es imprescindible. Él considera que sus fuerzas disminuyen, y no hay ningún problema en dar el relevo a alguien más joven y con más fuerzas». En este mismo sentido se manifiesta Don Pablo Blanco, biógrafo del Papa Benedicto y profesor de la Universidad de Navarra: «Este Papa es un intelectual, es más cerebral que Juan Pablo II, es consciente de que no pasa nada si él no está, piensa que otro lo puede hacer mejor y le pasa el relevo».
Así, en opinión del profesor, Benedicto XVI asume que no es imprescindible y que «la Iglesia no sólo la gobierna el Papa, no pasa nada porque falte una persona, se le puede pasar el testigo a otra persona y no se hunde».
Pero, ¿por qué aguantó Juan Pablo II hasta el final, a pesar de su enfermedad y de su situación física evidente? El profesor De la Hera señala que hay una diferencia básica: Juan Pablo II era catequista, y Benedicto XVI es teólogo.
«A este último lo que le gusta es escribir, reflexionar sobre la doctrina, en una sociedad tan secularizada. Una parte importante de su papado ha sido escribir, y no a nivel catequético sino teológico». Asimismo, el profesor Don Pablo Blanco indica que «mientras que Juan Pablo II era mucho más activo, muy ‘echado para adelante’, éste es más intelectual, más cerebral, más ‘hacia dentro’. La renuncia es bastante coherente con su forma de ser».
Y de esta manera, el papa Benedicto, tal y como señala Alberto de la Hera, se «se quita la tarea diaria de gobernar la Iglesia, las audiencias, las recepciones… y se dedica a escribir y reflexionar». Y es que Benedicto XVI nunca ocultó que, cuando murió Juan Pablo II, él había decidido de renunciar a su cargo como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y retirarse a descansar. «Él asumió la voluntad de Dios cuando fue elegido Papa, pero su idea nunca había sido esa», concluye Alberto de la Hera.
Por su parte, Francisco Vázquez, exembajador de España ante la Santa Sede, ha indicado que «Juan Pablo II era un Papa místico, un defensor y valedor de las historias de Santa Teresa y cuya tesis fue sobre San Juan de la Cruz. Con estas ideas dejó claro cuál era su posición a seguir en el papado pese a todas las dolencias». El anterior Papa nunca renunció al sufrimiento, y con ello quería mostrar la utilidad de las personas enfermas y mayores, la teología del dolor.
Y ha añadido que «Juan Pablo II quiso dar valor a la enfermedad, la dio visibilidad, al igual que al valor de la vejez, la utilidad de los ancianos. Tenía un gran sentido místico, un ejemplo de cómo debe ser trataday valorada una persona anciana».
Muy diferente es la visión de Benedicto XVI, que según Vázquez, «ya llegó un poco forzado al papado, él es un intelectual, prefería profundizar en sus tesis, pero asumió sus deberes. Ahora ha señalado que no tiene fuerzas, y hay que aceptarlo. Señala que ha hablado con Dios y esa es la respuesta. No hay más que hablar para la gente que cree. Benedicto no se preocupó mucho de la gobernabilidad, era más un hombre de teología, y de hecho su lado alemán se notó a la hora de dar más importancia a las órdenes eclesiáticas frente a las seculares. En eso también fue diferente a Juan Pablo II».
Una novela de ficción recientemente publicada hablaba de la renuncia del Papa y la llegada posterior del Apocalipsis. Roma. Conmoción en la Ciudad Eterna.
El papa Juan Pablo III ha renunciado al trono y ha desaparecido. Nadie sabe siquiera si aún está vivo. Al mismo tiempo, sus colaboradores más cercanos mueren asesinados. De forma brutal. Es ciencia ficción, claro, pero la realidad hoy ha dejado anodadados a más de uno. Se trata de Apocalipsis, de Mario Giordano, y en él también se habla de la renuncia de un Papa, algo insólito en la edad moderna. Aunque lo peor son sus consecuencias. Mientras empieza el cónclave para elegir a la nueva cabeza visible de la Iglesia, el periodista Peter Adam, corresponsal en el Vaticano, busca al Papa desaparecido. Las pistas conducen a una misteriosa Orden que actúa clandestinamente contra la Iglesia desde hace siglos. Sus adeptos se basan en una profecía de la época medieval: después del actual Pontífice, vendrá otro que adoptará el nombre de Pedro II.
Será el último Papa que ocupará el trono de Pedro. ¿Es inminente el Apocalipsis? Y si es así, ¿qué significará? ¿El cumplimiento de un viejo sueño de la humanidad o el fin del mundo? Peter Adam descubre que su propio pasado está ligado a los siniestros poderes más estrechamente de lo que querría; para los conspiradores, él es la clave del Apocalipsis.
Esperemos que la realidad no imite a la ficción. Los ocho papables que más opciones tienen para suceder a Benedicto XVI.
Estos son los nombres de los cardenales que se barajan para suceder a Benedicto XVI al frente de la barca de San Pedro: Timothy Dolan, Angelo Scola, Marc Ouellet, Camillo Ruini, Raymond Burke, Gianfranco Ravasi, Christoph Schönborn y Philippe Barbarin. Hay otra posibilidad papable y es el cardenal de Ghana, Peter Turkson, podría ser el primer papa negro.
A sus 64 años, el cardenal de Ghana Peter Turkson es el principal papable africano, y de ser elegido, sería el primer papa negro. En la actualidad, el cardenal Turkson es el jefe de la Oficina de Justicia y Paz del Vaticano. Es uno de los cardenales, además, más joven, lo que podría ser un punto a su favor de cara a una elección, puesto que el Papa Benedicto XVI ha señalado en su escrito de renuncia que se necesita alguien con más vigor para continuar la misión pontificia.
Ordenado cardenal por el papa Juan Pablo II en 2003, el cardenal Turkson nació de madre metodista y padre católico. Participó en el cónclave que eligió a Joseph Ratzinger como Papa en 2005, y ha sido descrito como uno de los líderes africanos de la Iglesia más enérgicos.
Dentro del Vaticano, el cardenal Peter Turkson es también miembro de la Congregación para la Evangelización de las Gentes y de la Educación Católica, y desde 2010, el Papa le nombró miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El propio cardenal Turkson ha hablado sobre la posibilidad de un papa negro en alguna ocasión: «Si Dios quiere ver a un hombre negro como Papa, gracias sean dadas a Dios».
Además del inglés, el cardenal Turkson habla fluidamente el francés, italiano, alemán y hebreo y entiende el griego y el latín.
Aunque hay otra opción de papa negr, y esta es la representada por el cardenal nigeriano Francis Arinze, de 81 años. El cardenal es prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Arinze nació en el estado nigeriano de Anambra en el seno de una religión tradicional africana. Sin embargo, se convirtió al catolicismo, y en el día de su noveno cumpleaños, fue bautizado.
Fue ordenado sacerdote a los 26 años. En octubre de 1999, recibió el medallón de oro del Consejo Internacional de Cristianos y Judíos por sus «destacados logros en las relaciones interreligiosas».
‘La profecía de los Papas’ augura que el próximo será el último.
El día 28 de febrero comenzará el proceso de elección del próximo Papa tras la renuncia de Benedicto XVI. Un proceso que culminará con la fumata blanca que han confirmado que será antes de la Pascua. Pero, si hacemos caso a las profecías, puede que esta fumata blanca no vuelva a celebrarse nunca más.
En 1595 se publicaban las profecías que San Malaquías (1094-1148) escribió. En ellas se adelantaban hechos y nombres sobre los futuros pontífices llegando a dilucidar quien sería el último.
El libro está compuesto por 112 frases, cada una de ellas correspondería a un Papa. Juan Pablo II ocupaba el puesto 110 y fue por tanto descrito en este libro como «de la labor del Sol». Benedicto XVI está inscrito bajo el lema «de la gloria del olivo» y es con la llegada del próximo Papa cuando todo cambia. El lema 112 es el último que se incluye y muestra cierto carácter apocalíptico, definiendo a este pontífice como Pedro el Romano. Los versos que acompañan el lema dejan constancia que este será el Papa bajo el que «la ciudad de las siete colinas será destruida» augurando así el final de la Iglesia y, posiblemente, de la humanidad.
Aunque es difícil certificar el origen de La profecía de los papas porque al ser publicada cuatrocientos años después de su supuesta escritura los hechos acontecidos en ese periodo, hasta el pontificado de Urbano VII, son exactos pero es difícil corroborar que realmente se escirbió a principios del s. XI.
La Profecía de Nostradamus.
En este caso la profecía de Nostradamus no se ha cumplido. El médico y profeta auguró que el Papa número 111, Benedicto XVI, moriría asesinado y que su sucesor deberá huir de Roma a causa de una invasión musulmana. Tras esta huída la sede de la Iglesia Católica se verá obligada a desplazarse a otro país. Además, Nostradamus tenía claro que el fin del mundo estaba totalmente relacionado con la caída de la Iglesia.
Fuente: [Sabiens] – [RTVE]