El tema de la vida extraterrestre es algo complejo. De hecho, hay tantos factores a tener en cuenta para declarar algo como “vida”, que la cosa se complica todavía más. Y luego está el hecho de que pueden existir otras formas de vida que la humanidad desconozca hasta el momento. Enric Fermi ya lo comentó en su día mediante la que es conocida como «Paradoja de Fermi»: Existe una elevada probabilidad de la existencia de civilizaciones inteligentes en el universo, pero jamás hemos tenido contacto con ninguna de ellas.

Por ello podemos afirmar que aquí pasa algo. Si la probabilidad es elevada, y no ha sucedido, ¿qué hacemos mal? A parte del hecho obvio de que no somos capaces de realizar nosotros mismos algún viaje interestelar, o que todas las civilizaciones posibles ahí fuera son tan autodestructivas como la nuestra (pues cada vez que se descubre un planeta potencialmente habitable, la probabilidad de encontrar una de estas civilizaciones poblándolo aumenta), aunque lo dudo.

El cambio climático, posible responsable de nuestro nulo contacto con extraterrestres

 

Efectos del cambio climático
Efectos del cambio climático

 

Una de las hipótesis formuladas últimamente acerca de por qué no hemos contactado con otras formas de vida fuera de la Tierra, de las tantas y tantas que deben existir en nuestro Universo conocido (y en el desconocido) podría ser el cambio climático. Normalmente lo que debería suceder no es que los planetas se autodestruyan calentándose desde su interior como sucede con nuestro planeta, sino que las estrellas que los iluminan cada vez envejecen más, y la mayoría de los planetas con un clima habitable van perdiendo su viabilidad o directamente se calientan demasiado antes de dejar surgir cualquier tipo de vida inteligente (en ambos extremos tenemos a Mercurio o Venus por un lado, y a los grandes planetas gaseosos como Júpiter y Saturno por el otro, como ejemplos).

Durante 4.000 millones de años la Tierra ha aguantado frente al Sol, aunque este emite más energía que cuando se formó el planeta. Lo miremos por donde lo miremos esto implicaría que nuestra estrella debería haber resecado el planeta, o al menos haber subido nuestra temperatura media en varios grados más de los actuales, pero eso no ha sucedido.

En los últimos años la temperatura de la superficie solar ha aumentado hasta un 4%. Traducido a la Tierra eso implicaría que deberíamos tener una temperatura media de, como poco, 10 grados Celsius más que la actual. Sin embargo, como podéis ver al salir a la calle, nuestra temperatura media incluso ha llegado a caer en algunos puntos del planeta.

Y, si miramos la historia de la vida terrestre, las temperaturas deberían haber aumentado la escandalosa cantidad de 100 grados Celsius, arrasando cualquier tipo de vida conocida, por lo que la vida debería haber surgido en lo que sería un planeta congelado y no con agua líquida como la que poseemos. De nuevo, como observaréis, nuestra joven Tierra tenía agua líquida y por ello la vida es tal y como la vemos. ¿Cómo ha pasado?

Hemos tenido suerte

La única respuesta al hecho de que sigamos vivos, con los datos en la mano, es esta: Suerte. La Tierra, gracias a la aparición de las plantas terrestres hace 400 millones de años, desarrolló una atmósfera que ha ido cambiando su composición y ha logrado reflejar el calor externo. Por su parte, ha habido cambios geológicos en la zona continental, en constante crecimiento, como el hecho de que la actividad volcánica aumenta la masa y los gases de efecto invernadero. Todo, en su conjunto, ha dotado a la atmósfera de una mayor reflexión del calor y la luz solar, protegiéndonos en última instancia.

El cambio climático ha refrigerado el planeta, compensando el que debería haber sido el calentamiento total de nuestro Sol cada vez más envejecido (pero más caliente y brillante a la vez).

De acuerdo, ha habido momentos donde la Tierra se ha calentado o enfriado más de la media, pero en ningún momento se ha perdido toda el agua líquida de la superficie. Por tanto, solo queda afirmar que nuestro planeta ha sobrevivido de puro milagro. Y todo gracias al cambio climático que se ha ido produciendo desde hace 4.000 millones de años.

En teoría sí deberían existir otros planetas habitables en el Universo capaces de llevar a cabo una regulación tal como la nuestra. Es decir, contener agua y con un clima adecuado como el nuestro, durante el tiempo suficiente para que se desarrolle la vida inteligente. Sin embargo, con la alteración repetida del enfriamiento geobiológico que ejercen las mismas estrellas como el Sol, la cosa es complicada. Se necesitan tantísimas coincidencias a la vez, que la gran mayoría de estos planetas perecen sin haber evolucionado lo suficiente.

Recalco: La mayoría. Por ello, es muy probable que existan otros mundos como el nuestro, que hayan tenido esa suerte, pero todos con un equilibrio tan frágil como el nuestro. El desarrollo de la vida inteligente es costoso, se necesita tiempo, y por lo visto también suerte.