Una investigación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Milán (Italia) publicada en la revista «Journal for the History of Astronomy» cuestiona la teoría acerca de como se construyeron las pirámides egipcias.

Juan Antonio Belmonte, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y Giulio Magli, de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Milán son los autores de este estudio luego de entender que las dos pirámides erigidas en Dahshur por Sneferu, padre de Keops, son un único proyecto arquitectónico asociado a fenómenos astronómicos.

Ellos defienden la hipótesis de que las pirámides Roja y Acodada de Dahshur simbolizan las coronas roja y blanca del Bajo y Alto Egipto, respectivamente.

El representante del IAC explica en un comunicado que generaciones de egiptólogos han postulado que durante el reinado de Sneferu (2575 a. C.), padre de Keops y constructor de la Gran Pirámide, se dio inicio a un proceso evolutivo de ensayo y error en la construcción de pirámides.

La llamada «Pirámide Acodada» en Dahshur viene a ser un ejemplo, del ensayo realizado para dar como resultado una primera pirámide perfecta, la llamada «Pirámide Roja», construida en fechas posteriores por el mismo faraón.

Seneferu fue el primer faraón de la dinastía IV, perteneciente al Imperio Antiguo de Egipto. Gobernó de ca. 2614 a 2579 a. C. También es conocido como Snefru, Sneferut o Snofru. Wikipedia

Sin embargo estos dos investigadores sostienen que las evidencias arqueológicas «distan de ser obvias» y que, en cambio, diversos indicios arquitectónicos, topográficos, epigráficos y astronómicos apuntan hacia otra dirección: un proyecto unificado, probablemente concebido desde el principio como tal, que incluiría a las dos pirámides y a sus edificios anexos.

A partir de esta idea se pueden inferir conclusiones similares para otras tumbas reales de la IV Dinastía, en particular en Guiza.

Bajo estos supuestos, las pirámides de la IV Dinastía en su conjunto parecieran formar un paisaje conceptual y sagrado relacionado no solo con el poder del faraón en vida, sino también con su divinización tras la muerte.

La investigación subraya la relación entre astronomía y paisaje y sobre el papel que podría desempeñar la observación del cielo no sólo en la orientación de las pirámides de la Dinastía IV, sino también en la elección de su enclave.

En el estudio se ha llevado a cabo un análisis detallado de la información disponible tanto desde el punto de vista cronológico y epigráfico, con una nueva lectura de la Piedra de Palermo (los anales de los primeros reyes de Egipto), como desde el simbólico y el astronómico, con un nuevo examen de los Textos de las Pirámides.

Al respecto, Giulio Magli cree que estas dos pirámides fueron terminadas, e incluso quizás concebidas, como un proyecto único para que el Rey Sneferu fuese capaz de mostrar su dominio absoluto del territorio «mediante la simple contemplación de sus fascinantes monumentos que alterarían para siempre el paisaje justo en la frontera entre las dos regiones históricas del país».

Asimismo Juan Antonio Belmonte indica que ambas pirámides habrían sido definidas con un peculiar simbolismo astronómico (solsticio de verano y festival del año nuevo) que podría estar relacionado con la invención y el desarrollo posterior del calendario civil egipcio.

También se incluirían alineaciones astronómicas, pues las dos pirámides de Dahshur están casi perfectamente orientadas hacia el norte y sus corredores de acceso fueron construidos con una pendiente tal que ésta facilitaría la ascensión del rey a los cielos del norte, dominio de las «estrellas imperecederas, uno de los destinos favoritos del alma del rey difunto según los Textos de las Pirámides, añade.