¿CÓMO UN COMETA HELADO PUEDE SOBREVIVIR PASANDO POR EL SOL?Los científicos revelaron cómo las bolas de nieve espaciales explotan por culpa de nuestra estrella y qué flechas heladas pueden sobrevivir al encuentro con el cuerpo más caliente de nuestro sistema cósmico.

 

Un equipo de investigadores, liderado por John Brown de la Universidad de Glasgow, en Escocia, analizó las ocasiones de las colisiones de cometas y el Sol, registradas desde los años 1980 y sumaron los datos con la información obtenida del Observatorio Solar de la NASA.


 

Los cometas que podemos ver, esas bolas de hielo y piedras, habitan en la llamada nube de Oort en el borde del nuestro sistema y tienen tamaños diferentes. Cada uno de ellos tiene un período de su órbita cuando se acerca al Sol. Y entonces sus destinos varían: muerte o gran huida del infierno solar, como lo hizo el año pasado el cometa Lovejoy.

 

Capturado por NASA, el cometa sobrevivió la entrada a la corona solar (dos millones de grados centígrados), a 140.000 kilómetros del superficie gaseosa de la estrella. Aunque sufrió una pérdida considerable de su masa, sobrepasó la gravitación y se lanzó al especio externo.

 

¿Una llamarada solar? No, una explosión helada

El equipo de Brown reveló que los objetos de gran tamaño, como Lovejoy o cometa Hale-Bopp, con masas de millones de toneladas, podrían ‘morir’, pero si sus órbitas los llevan a las capas más bajas de la atmósfera solar, se extinguirán en explosiones espectaculares parecidas a llamaradas solares.

 

Tal destino sufrió en 2011 el cometa SOHO, de menor tamaño que Lovejoy, cuando se acercó al Sol a los críticos 100.000 kilómetros, encontrándose en la fotosfera de la estrella donde fue destruida por completo.

 

En cuanto a los cometas más pequeños, llamados espumaderas, los científicos explican que cuando penetran las capas solares más bajas, a la altura de 7.000 kilómetros, sus núcleos empiezan a ser lentamente evaporados por la luz y los gases que circulan en la atmósfera.

 

Depende de la masa del cuerpo helado y de su trayectoria que puedan fundirse en un par de segundos (si son ligeras y se meten a las capas más bajas del Sol) o en cientos de miles de segundos. Durante este proceso se emite radiación ultravioleta extrema, que se puede detectar desde la Tierra y de este modo definir dónde estaba la cometa, qué masa y qué trayectoria tenía.

 

El valor de estos datos, según el catedrático John Brown, es que analizar la radiación que emiten los cometas ayuda estudiar mucho mejor la composición de estos cuerpos helados estelares.
 
Fuente: [Actualidad RT]