Cuenta el Popol-Vuh que la humanidad ha sido creada y destruida cuatro veces. Dice el libro sagrado de los mayas que los humanos vivimos en el quinto sol. El de los hombres de Maíz. El calendario maya ha sido motivo de admiración y especulación de toda clase. El que unos primitivos salvajes (pregúntenle a Mel Gibson si no me creen) que vivieron hace miles de años hayan podido dar vida al calendario más exacto conocido, jamás creado por el hombre, es una interrogante tan grande que aún hoy día no ha podido ser contestada satisfactoriamente por nadie.

 

Y no ha podido ser contestada porque ese conocimiento forma parte de una era en la que la “inteligencia racional” reinaba en la humanidad. Tal vez ahora, en esta nueva era de razón que comienza, esa pregunta pueda ser resuelta. Por esto mismo, y por la altísima complejidad del calendario maya, sería un absurdo tratar de explicarlo en unas pocas líneas, además, claro, tendría que dominar el tema, y sobra decir que no es así. Más cercano a mis capacidades está el tratar de disertar muy brevemente -lo prometo- lo que a mi entender representa tan cercana fecha, así como su mística importancia.

 

El calendario Gregoriano -que nos rige actualmente- es un calendario solar que calcula el tiempo transcurrido entre dos pasos sucesivos del Sol por el equinoccio medio. En otras palabras, tiempo de Primavera a Primavera por ejemplo. Como todos sabemos, este ciclo dura 365 d 5 h 48 m 45.25 s. Este calendario nos permite saber, con cierta “precisión”, eventos astronómicos, que rigen, entre otras cosas, fechas tan importantes como son las de siembra y cosecha, por ejemplo.

 

En contraste, el calendario maya es una trilogía de calendarios: 3 calendarios en uno, tres diferentes cuentas de tiempo que transcurren simultáneamente. Los mayas sabían que así como la luna se mueve alrededor de la tierra y la tierra misma se mueve alrededor del sol, el sol (y todo el sistema solar, por supuesto) también se mueve alrededor de un sol, llamado ALCIÓN y que es el sol central de las pléyades. Es decir, los Mayas descubrieron que nuestro sol forma parte de un sistema de soles pertenecientes al sistema de Las Pléyades.

 

Descubrieron que no son 6 soles los que giran en derredor del Alción sino muchos más, siendo nuestro Sol el que ocupa la séptima órbita, que recorre en, aproximadamente 24,000 años divididos en dos períodos de 12,000 cada uno. Este descubrimiento proporciona a los mayas una tercera dimensión en cuanto al rastreo de la tierra por su orbitar alrededor de Alción. Es decir, el calendario maya fecha no sólo la posición de la tierra alrededor del sol en algún momento dado, sino también la posición que la luna tenía en ese momento alrededor de la tierra y la que el sol tenía en ese momento alrededor de Alción. Así pues, los mayas se valían de tres calendarios para este propósito, que a grandes rasgos son:

 
* El Sagrado o Tzolkin de 260 días.
* El Civil o Haab de 365 días.
* Y la Cuenta Larga de 144.000 días. 

De las 7 profecías mayas, una de ellas en particular salta estirando la mano para captar nuestra atención. De acuerdo a la segunda profecía, “el 22 de Diciembre 2012 el Sol recibirá un rayo sincronizador del centro de la galaxia con el que la humanidad iniciará un nuevo ciclo galáctico. Como consecuencia de dicho rayo, iniciará el fin del mundo de materialismo y destrucción en que vivimos e iniciará una nueva etapa de respeto y armonía. Antes de ese día, la humanidad deberá optar entre desaparecer como especie pensante que atenta contra el planeta o evolucionar hacia una nueva Era de integración con el resto del Universo”.

 

De esta profecía, de inmediato la fecha brinca delante de nuestros ojos: 22 de Diciembre 2012.
Por todo lo anterior, puedo tratar de adivinar, tal vez con más certeza, lo que esta fecha significa. En una primera instancia, la astronómica: Es el inicio -o fin- de un año al que llamaremos “galáctico”. Es el inicio -o fin- de un ciclo de traslación de nuestro sistema solar por Alción, de un nuevo ciclo solar, de un nuevo Sol. El Sexto Sol en la cuenta Maya. La segunda instancia, tal vez la más importante para los mayas, implica el conocimiento de que este ciclo de 24,000 años que tarda un año galáctico en completarse, se divide en dos etapas o periodos de 12.000 años cada uno, los cuales, a su vez, se dividen en dos más, uno de 10.000 años de oscuridad -el que estamos finalizando en estos momentos- seguidos de un periodo de 2.000 años de luz, para nuevamente incurrir en 10.000 años de oscuridad y 2.000 años de luz. Los mayas también descubrieron que Alción tiene a su alrededor un gigantesco anillo o disco de radiación en posición transversal al plano de las órbitas de los soles de sus sistemas -incluido el nuestro- y que dicho anillo tiene un alcance efectivo de 2.000 años luz solares, o 759.864 billones de millas. De lo anterior se deduce que cada uno de los soles de dicho sistema, a su tiempo y obligadamente, tienen que cruzar dicho anillo o disco de radiación.

 

 

La velocidad de cada sol es distinta, y por lo tanto, se toman tiempos distintos para cruzar el anillo. En el caso de nuestro Sol, tarda cerca de 2.000 años en cruzarlo. El significado de tan magno evento es, por lo tanto, doble: Por un lado inicia un nuevo año solar, el sexto sol, el sol de los hombres de las altas vibraciones, y por otro, un nuevo ciclo de dos mil años en que la luz de Alción bañará directamente la tierra, propiciando con ello el que todos los hombres vibren a un nivel muy superior del actual, dando origen con esto a seres de un alto grado evolutivo de conciencia, ya que nada escapa al cosmos, ni siquiera el majestuoso y omnipotente ser humano.

 

Fuente: [lanavedemisterio.blogspot.com.es]