Científicos anuncian en la revista «Science» que los mares ocultos de agua líquida del satélite de Saturno podrían suponer un hábitat ideal para el desarrollo de microorganismos extraterrestres
La sonda espacial Cassini, de la NASA, ha encontrado sólidas pruebas de la existencia de un océano subterráneo de agua líquida en Encelado, una de las lunas de Saturno. Para los investigadores, además, se trataría de un hábitat ideal para el desarrollo de microorganismos extraterrestres. El estudio, llevado a cabo por expertos de la Universidad Sapienza de Roma, el Instituto de Tecnología de California y el Jet Propulsion Laboratory, de la NASA, se publica hoy en Science. Encelado se añade así, por derecho propio, a la corta lista de lunas de Saturno (Titán y Europa) con agua en estado líquido bajo su superficie.
La posibilidad de una gran reserva interior de agua líquida en Encelado se consideró por primera vez en 2005, cuando los instrumentos de la Cassini descubrieron grandes géiseres de vapor y hielo surgiendo del polo sur del satélite. Desde entonces, se viene especulando con esa intrigante posibilidad, que confirmaría a esta pequeña luna de apenas 500 km de diámetro como uno de los más firmes candidatos a albergar vida de todo el Sistema Solar.
Hoy, la especulación ha dejado paso a los datos. Los hallazgos recién anunciados constituyen, en efecto, la primera medición geofísica de la estructura interna de Encelado. Y los resultados de esa medición son consistentes con la presencia de un océano de agua oculto bajo su superficie.
Como el Lago Superior
Para Luciano Iess, de la Universidad Sapienza y director de la investigación, la localización de un lecho rocoso sobre el que se asienta el agua podría ser determinante para que se den las condiciones necesarias para la vida.
Hasta ahora, estudios anteriores habían sido incapaces de determinar la extensión, la forma y la profundidad de esa grran reserva de agua. Ahora sabemos que, bajo un manto de hielo de entre 30 y 40 km de espesor, hay una cantidad de agua equivalente, por lo menos, a la del Lago Superior, el mayor de toda Norteamérica y el segundo mayor del mundo, con una superficie de 82.000 km cuadrados y que se estima contiene cerca de 12.300 km cúbicos de agua. El océano de Encelado podría tener una profundidad de cerca de diez km.
El equipo de científicos ha llegado a estas conclusiones analizando las fuerzas gravitatorias ejercidas por Encelado sobre la sonda Cassini durante tres «pasadas» consecutivas sobre sus zonas polares a menos de 100 km de altitud. En palabras de Iess, durante esos sobrevuelos polares se detectó una «anomalía gravitacional negativa» en el polo sur que delataba la presencia de material más denso que el de la superficie. En concreto, «agua líquida, con un 7% más de densidad que el hielo superficial». Comparando después esas medidas con la topografía del satélite, los investigadores lograron calcular las dimensiones de la reserva líquida.
Un lecho de rocas
Pero eso no es todo. De hecho, otro descubrimiento de la máxima importancia estriba en el hecho de que toda esa cantidad de agua descansa sobre una base de roca (silicatos), y no sobre más hielo, como sucede con océanos subterráneos de otras lunas del Sistema Solar, como Titán. Una diferencia que puede parecer sutil, pero de la que podría depender la existencia de vida. En efecto, la presencia de agua en contacto directo con silicatos induce a ricas y complejas reacciones químicas que, junto a una fuente de energía, serían el caldo de cultivo ideal para que surgieran formas elementales de vida.
De hecho, los instrumentos de la Cassini ya habían revelado la presencia de compuestos orgánicos en el agua de los géiseres de vapor del polo Sur del satélite.
«El material expulsado por Encelado en el polo sur -explica Linda Spilker, del Jet Propulsion Laboratory- contiene agua salada y moléculas orgánicas, los ingredientes químicos básicos de la vida. El hallazgo contribuye a expandir nuestra idea de «zona habitable» mucho más allá de lo que se pensaba hasta ahora, tanto en el nuestro como en otros sistemas solares».