Una posible vacuna destinada a eliminar el alma humana podría ser desarrollada a futuro.
A veces no prestamos suficientemente atención a lo que dicen en su momento unos seres humanos. Les consideramos con desdén o les tachamos de soñadores cuando no, de locos. Sin embargo, muchos años después de su desaparición, cuando la realidad coincide con sus palabras, estas mismas palabras se envuelven del énfasis de la profecía. ¡Cuánto mas precavido habría sido escuchar y medir en su época sus advertencias!
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Así, en 1917, Rudolph Steiner, fundador de la medicina antroposófica, predijo las derivas de la medicina actual como había predicho también la enfermedad de «las vacas locas». Nos advirtió en su obra de las desviaciones posibles de la ciencia médica con el fin de controlar y pervertir al ser humano.
En el curso de la conferencia que dio el 7 de octubre de 1917 (ver La caída de las tinieblas), Rudolph Steiner dijo:
La mayor parte de la humanidad estará bajo la influencia de occidente, de Norteamérica. Para entonces, se tratará de una evolución totalmente diferente. Las premisas idealistas que podemos ya percibir hoy en día son más bien simpáticas si las comparamos con lo que queda por venir. Los tiempos actuales son tiempos de verdadera felicidad en comparación con lo que se producirá cuando el occidente alcance el pleno apogeo de su desarrollo.
No habrá que esperar mucho después del año 2000 para ver nacer desde Norteamérica, no de modo directo sino indirecto, una especie de interdicción de pensar, una ley que tendrá por objetivo, reprimir cualquier pensamiento individual. El alma no tendrá derecho de intervenir, ya que al ser humano se lo trata como una máquina mediante solo la experimentación externa.
Lo que importa es entender el proceso. Cabe saber que la materia es espíritu y que no se puede curar la materia sino mediante el conocimiento del espíritu, sin embargo, en todas partes, se quiere eliminar al espíritu Y estamos solo al comienzo. Para que el entramado social mantenga su solidez se promulgarán leyes que no nos prohibirán clara y directamente «pensar», sino que tendrán sutilmente por efecto «poner fuera de ley el pensamiento individual». Es otra la polaridad hacia la cual nos precipitamos. Todo esto hace parte de la evolución de occidente y esto tendrá lugar.
En el curso de esta evolución, también es necesario que la ciencia del espíritu tenga lugar. Debemos ver clara y objetivamente la situación. Hay que saber que lo que nos parece hoy en día paradójico llegará un buen día en que «asistiremos a una opresión generalizada del pensamiento en todo el mundo» en los años posteriores al año 2000. Por lo tanto, debemos profundizar en la ciencia espiritual sin perder de vista este enfoque. Es necesario que la aportación de los descubrimientos en cuanto a la ciencia del espíritu, sea tal, y lo será, que pueda introducir un contrapeso frente a la evolución del mundo. Estamos solo en los comienzos y esto irá intensificándose.
No debemos confundirnos. Estamos en presencia de un movimiento muy bien pensado. Antaño, en el concilio de Constantinopla, el espíritu había sido también eliminado. Se instituyó un dogma según el cual el ser humano no era más que un alma y un cuerpo. Hablar acerca del espíritu se convirtió en una herejía. En un tiempo no muy lejano, se aspirará a eliminar el alma y la vida espiritual. Para entonces, hablar de espíritu y de alma se convertirá en una patología. Se afirmará que los únicos seres humanos sanos son los que solo hablan del cuerpo y de nada más. Se considerará como un síntoma patológico el hecho de que un ser humano pueda desarrollarse de tal modo que llegue a pensar que existe un espíritu y un alma.
Estas personas serán consideradas como enfermas y se descubrirá, de esto podéis estar seguros, un medicamento que actuará sobre este mal. En el pasado se ha eliminado el espíritu, es decir, la fe en un principio espiritual individual. Del mismo modo se eliminará el alma mediante un medicamento. Basándonos sobre «un punto de vista lúcido de las cosas», no es descarrilado pensar que se descubrirá una vacuna gracias a la cual el organismo será inmunizado desde la primera infancia, y si es posible desde el nacimiento, con el fin de que el cuerpo no llegue a pensar que existen un alma y un espíritu. Las dos concepciones, las dos corrientes se opondrán radicalmente.
Una reflexionará sobre la manera de elaborar unos conceptos y unas representaciones que estén a la altura de la realidad verdadera, es decir de la realidad del alma y del espíritu. Otra, es decir los herederos de los materialistas actuales, buscarán la vacuna que sanará los cuerpos. No hablarán más de las pamplinas y tonterías que constituyen la noción de alma y de espíritu. Para ser sanos, hablarán solo de fuerzas mecánicas y químicas que, a partir de la nebulosa cósmica, constituyeron los planetas y el sol. Se obtendrá semejante resultado a través de la manipulación de los organismos. Y se confiará a los médicos materialistas la tarea de limpiar la humanidad, de las almas»
Ver: La liberté de penser et les mensoges de notre époque, (La libertad de pensar y las mentiras de nuestra época), conferencia dada en Berlín, en 1916, por Rudolf Steiner (ed. Triades, Francia, 2000).
Todo eso puede parecer un delirio paranoico de una mente enfermiza. Sin embargo, en el número 56 de Mundo Diplomático (marzo-abril 2001. Sociedades bajo control) en un artículo titulado La hipocresía de las armas no letales escrito por un investigador inglés, Steve Wright, este habla por voz del director de la Federación de los Científicos Americanos (conferencia Jane’s, 1998, Londres) de las «maravillosas invenciones de los seres humanos» que permiten neutralizar al adversario sin asesinarlo directamente.
Estas armas «no destruyen solo el cuerpo físico de las personas, sino que están destinadas a desorientar y a desestabilizar su mental».
Todo un arte de la manipulación bendecido por las más altas instancias. Lo que puede dar mucho que pensar sobre el arma biológica perfecta en la cual puede convertirse una vacuna.
Es suficiente, por ejemplo, mirar la historia de la industria farmacéutica antes, durante y después de la segunda guerra mundial. En 1932, la industria farmacoquímica, conocida como la IG Farben, financió la campaña electoral de Adolf Hitler con 400.000 marcos, Después de la guerra, el tribunal de Nuremberg declaró que «sin la IG Farben, la segunda guerra mundial no habría sido posible». Este mismo tribunal condenó a 24 responsables (por genocidio, esclavitud, saqueo, crímenes contra la humanidad…) de dicho consorcio que estableció la mayor fábrica química mundial en Auschwitz y fabricó el famoso gas Zyklon B – (fue fabricado también en Francia por una empresa francesa contratada por el IG Farben, de acuerdo con Rhone Poulene, informa Kolb del 24/02/19414) – destinado a las cámaras de gas. El tribunal de Nuremberg dividió la IG Farben en varias compañías: Basf, Bayer y Hoeschst (rebautizado Aventis) 1. Todos sus responsables fueron liberados en 1952 gracias a la ayuda de Nelson Rockefeller, unos de sus antiguos socios comerciales. Hoy en día, estas tres compañías son 20 veces más grandes que lo era su casa central en 1941.
Así, poco a poco, el planeta fue dividido en zonas, organizado y gestionado a través de la expansión mundial de la industria farmacoquímica. La tradición del cartel de la IG Farben se prosiguió bajo otro nombre: La VCI, asociación de la industria química. En 1955, la industria química y la farmacéutica se puso bajo el mando de la Cámara Internacional de Comercio de las Naciones Unidas y del gobierno alemán. Sus esfuerzos comunes de hegemonía se ocultaron bajo «el Codex Alimentarius» 2. y un numero sinfín de partidos políticos europeos, tanto de derecha como de izquierda, fueron financiados por semejante industria (¿es simple coincidencia que las tres más grandes potencias económicas actuales – EE.UU., Alemania y Japón – se encuentren en los vencedores y vencidos de la segunda guerra mundial?).
Fue el Dr. Rath quien desenmascaró la verdadera faz de la industria farmacéutica, como un sector que no sería viable de no existir el «negocio basado en la enfermedad«. Fue él quien señaló que
«la industria farmacéutica lucha contra la prevención, la curación y la erradicación de enfermedades al considerarlas factores perjudiciales para el negocio si se quiere que suba la cotización de las acciones».
En EE.UU., ya fracasó en 1994 la campaña de mentiras lanzada por el Cartel Farmacéutico sobre los supuestos efectos secundarios de las vitaminas. Después de que el Dr. Rath publicara sus estudios en 1992 y 1993, los grandes grupos farmacéuticos habían intentado lanzar una campaña a gran escala en los medios de comunicación a través del Departamento de Fármacos y Alimentos de EE.UU. (F.D.A.). Debían convencer a millones de personas de este país de que las vitaminas solo podrían tomarse bajo prescripción para evitar su sobredosificación.
Enseguida se puso de manifiesto lo absurdo de este argumento cuando se publicaron los siguientes datos estadísticos estadounidenses: entre 1983 y 1990, no hubo en EE.UU., ningún caso de muerte causada por vitaminas, aminoácidos u otros productos naturales. En el mismo periodo, sin embargo, murieron cada año más de 100.000 estadounidenses a consecuencia de la utilización de fármacos aprobados por la propia FDA. Entretanto, los graves efectos secundarios de los fármacos han degenerado en epidemia en los países industrializados, situándose en el cuarto lugar en la lista de las causas más frecuentes de defunción.
Así, el Codex Alimentarius intenta discriminar y poner fuera de ley cualquier información alternativa sobre la salud en relación con las vitaminas, los complementos alimenticios, las terapias alternativas y todo lo que constituye de lejos y de cerca una amenaza potencial – (¿por qué no, en un futuro próximo la homeopatía?, ya que los nosodes homeopáticos fueron prohibidos bajo el mando del ministro socialista francés de la salud, Bernard Kouchner).
Este enfoque que preside la mundializacion de la industria farmacoquímica podría tal vez explicar por qué se descartan, cuando no se eliminan, todos los investigadores científicos independientes. Tal vez podría explicar por qué no disponemos todavía, a pesar de las sumas astronómicas gastadas, de tratamientos contra el cáncer, sida, enfermedades cardiovasculares… Aunque seamos capaces de ir a la luna, construir ciudades galácticas, clonar seres vivos, inventar «biochip» o armas biológicas sofisticadas… Un pañuelo de contradicciones…
El doctor Matthias Rath, heredero de las investigaciones de Linus Pauling, denunció esta situación. Dijo:
«La verdadera naturaleza de la industria farmacéutica mundial reside en el hecho de obtener beneficios cuantiosos de las enfermedades crónicas y no en el hecho de ocuparse de la prevención o de la erradicación de las enfermedades. La industria farmacéutica tiene intereses financieros para que todas las enfermedades perduren, con el fin de asegurarse el crecimiento perpetuo del mercado de los medicamentos. Por esto y solo por esto, los medicamentos son ante todo paliativos. Son concebidos para aliviar los síntomas y nunca para tratar las causas de las enfermedades. Los grandes consorcios farmacéuticos son responsables del genocidio permanente y difundido y matan a millones de personas. Al mismo tiempo, una armada de lobbies farmacéuticos está empleada para influenciar a los legisladores, controlar a los organismos de reglamentación y manipular la investigación médica y la educación. La información de los médicos está integralmente financiada por los Big Pharma que esconden cuidadosamente los efectos secundarios de los medicamentos, hasta negarlos públicamente».
El doctor Matthias Rath remitió un acto de acusación por crímenes contra la humanidad a la Corte Internacional de Justicia de la Haya con los cargos de acusación siguientes: crímenes perpetrados sobre la raza humana, conspiración con fines de masacre y genocidio, incitación directa y pública al asesinato y genocidio, intento de genocidio, participación a un masacre y genocidio, responsabilidad y premeditación de sufrimientos físicos, saqueo y expoliación de bienes privados y públicos. Aunque estos cargos de acusación deben dejarlos de piedra o reventarlos de risa (ver el escándalo de la sangre contaminada), los principales acusados son los presidentes y los consejos de administración de diferentes grupos farmacéuticos así como los cómplices políticos de este consorcio farmacéutico mundial.
Fuente: loquepodemoshacer.wordpress